Rafael Álvarez ‘El Brujo’ · Actor y dramaturgo

Dice ser un juglar del siglo XXI y fiel seguidor de la tradición teatral europea. Sin más armas que la palabra y su particular lenguaje escénico, aborda a los clásicos para reflexionar sobre los conflictos y dramas humanos. La suya es una mirada renovada y fresca salpicada de fino humor y de constantes referencias a la actualidad. Un apasionante viaje de lo místico y poético a la risa sin pasar por la casilla de salida. Pasen y lean. El espectáculo está servido.

Pregunta.– Dicen que usted tiene mucho teatro. ¿Es verdad?

Respuesta.– Sí, la verdad es que tengo bastante teatro encima. No sé ya cuántos años llevo. Empecé a hacer teatro en 1978, muy jovencito. Me da un poco de ‘yuyu’ decir esto porque me temo que la siguiente pregunta es cuántos años tengo. Digamos que comencé mi actividad teatral con quince años, con trece, con diez, con cinco… (risas).

P.– ¿Más juglar que trovador, o al revés?

R.– Bueno. Yo aprendí estas técnicas de la expresión juglaresca con una gran figura del teatro europeo, Dario Fo. Le visité en una ocasión en Roma; le vi varias veces actuar; hice varias obras suyas… Formo parte de esa escuela de la tradición teatral europea en cuanto a los contenidos, las expresiones, los gestos y los repertorios, que están totalmente ligados a la cultura tradicional de Europa: la Edad Media, el Renacimiento, la comedia del Arte…

P.– Habla solo y a voces. ¿Se encuentra bien?

R.– Hablo solo yo, pero no hablo solo. Están ellos allí escuchando. Y a veces habla alguien.

P.– Además, últimamente le ha dado por hacerlo de Los dioses y Dios [el título de la obra que representó el pasado 29 de junio en Santander). ¿No se me irá ahora a poner divino?

R.– No hace falta ponerse divino, ya somos divinos. De eso habla precisamente la obra. De la humanidad, de que lo que tenemos que hacer es dejar de ser animales porque, si dejas de serlo y eres humano, entonces ya estás muy cerca de ser divino. Alguien muy, muy humano es un ser divino.

P.– Hay quien sostiene que leer a los clásicos nos hace ser más críticos. ¿Qué ventajas le ve usted?

R.– Hay un problema, y es que los clásicos tienen un muro que hay que traspasar o derribar para poder encontrarse con ellos. Y ese muro es un lenguaje arcaico, unas expresiones complicadas y un mundo de erudición que puede ser aburrido y tedioso y para algunas personas hasta insufrible, y por eso prefieren otro tipo de literatura. Pero una vez que ese muro se derriba y se elimina esa dificultad, los clásicos son impresionantes con una cantidad de tesoros por descubrir. Son maravillosos, divertidos, sabios y, sobre todo, son muy humanos. De ahí viene precisamente el termino humanismo, que consiste en afirmar las cualidades del alma por encima de lo que tienes, el dinero e incluso el poder.

Rafael Álvarez ‘el Brujo’ · Actor Y Dramaturgo
Rafael Álvarez ‘el Brujo’

“Alguien muy, muy humano es un ser divino”

P.– La palabra está siendo avasallada por la imagen. ¿Lo comparte?

R.– Sí. Vivimos desde hace mucho tiempo en un mundo visual. Prácticamente desde la invención del cine, y después con la televisión, la publicidad y ahora mismo con la tecnología digital. De todas formas, se está poniendo de moda otra vez el audio. Yo he hecho hace poco unos podcasts de contenidos culturales porque la gente ya no tiene tiempo ni de ver la televisión ni tampoco imágenes. Así, mientras estás cocinando, limpiando o arreglando un armario, vas con los cascos y, por ejemplo, estás escuchando a ‘El Brujo’. Es algo así como Spotify, pero con contenido cultural.

P.– Asegura que contar historias es celebrar la vida. ¿Anda todo el día de fiesta?

R.– (Risas). Todos los días y a todas horas. Porque noo solo estoy de fiesta cuando estoy en el escenario, sino también cuando hago entrevistas (más risas).

P.– En sus montajes pasa con mucha facilidad de reflexionar sobre el misterio de la vida, la conciencia cósmica, el destino o el miedo a lo desconocido al chascarrillo. ¿La risa lo atempera todo?

R.– Esa es una tradición teatral que no sé si se remonta a los griegos, a los romanos o a la Edad Media. Shakespeare es eso, filosofía y humor. Una mezcla de tres cosas: filosofía, poesía y humor. Un lenguaje poético cautivador, porque Shakespeare es pura poesía, y mucho humor. Como Boris Johnson, porque las cosas que dice este hombre o son chistes o no sé por dónde cogerlo.

P.– Se declara un apasionado del yoga, una disciplina que reconoce le ha ayudado a pacificarse y que le ha abierto la mente. ¿A qué se conecta cuando medita?

R.– Uno se conecta o trata de conectarse a través de técnicas de meditación con esa fuente que puedes llamarle Dios, el Tao, la fuerza o como quieras. El nombre es lo de menos, pero existe un poder, una fuente que controla y gobierna la totalidad de la existencia. Y nosotros formamos parte de ese poder, de esa energía poderosa, cósmica. Entonces tratas de sintonizar y conectar con esa fuerza en unos minutos u horas, lo que cada uno pueda dedicarle a la meditación a lo largo del día.

P.– Tras la ocurrido estos dos años de pandemia, reclama que hay que vivir sin tanto miedo. A usted, ¿qué es lo que más le acojona?

R.– Me acojonan muchas cosas, pero no le sabría decir qué es lo que más miedo me da. Creo que todos los miedos humanos giran en torno a una especie de miedo centro, que es el miedo a morir. El miedo a desaparecer, a que se te caigan los palos del sombrajo, como se suele decir, y quedarte en un territorio absolutamente desconocido y, por lo tanto, desprotegido. Pero eso es una cosa que hay lidiar con ella.

Rafael Álvarez ‘el Brujo’ · Actor Y Dramaturgo
Rafael Álvarez ‘el Brujo’

“Todos los miedos humanos giran en torno a una especie de miedo centro, que es el miedo a morir”

P.– En este país, ¿de qué vamos más sobrados, de picardía o de ingenuidad?

R.– Mire, la picardía y la ingenuidad, aunque parezcan términos opuestos, son realmente dos caras de la misma moneda. He ido a veces de turismo a algún país del Tercer Mundo donde hay muchas necesidades y me he encontrado con el típico pícaro que anda en busca de turistas para sacarte dinero, liarte, enredarte. Y al final te saca dos euros y dice: Uf! Yo a este le he dado un palo… Eso me parece de una ingenuidad terrible, enternecedora incluso.

P.– Por favor, cuénteme algo de actualidad que le traiga de cabeza

R.– La OTAN (risas). No entiendo muy bien lo que están haciendo en Madrid. Comer y beber. No tienen tiempo de hablar. Bueno sí, parece que tienen una cosa clara, que es que hay que levantar y mover el negocio del armamento. Eso es lo que hay detrás de todo esto. Hay que comprar armas para destruirlas, para luego hacer más armas para volver a destruirlas. Porque supongo que esto no es solo una cadena armamentística, sino también de tecnología de todo tipo. Y el mundo está ahora en un momento crítico con la economía y parece ser que por ahí van los tiros. Que hay que mover la economía mundial produciendo armas que acojonan al otro, que en este caso es Putin, que por miedo también va a crear más armas; entonces nosotros, que somos los otros, crearemos más armas todavía. O sea, el miedo del uno al otro es una espiral que no sé a dónde va llevar al mundo. Espero que no sea a un enfrentamiento nuclear. Pero bueno, yo creo que no llegarán a ese punto, porque cualquiera que va a tirar una bomba sabe que a él le va a caer otra. Eso el único bueno que veo en todo esto.

P.– Dígame, ¿existe el teatro sin aplauso?

R.– Sí, claro que puede existir el teatro sin el aplauso, incluso con el abucheo. Lo que no puede existir es sin público.

Un poco más

  • ¿Desayuno, comida o cena?
  • Desayuno. Es la primera comida del día y la que más disfruto.
  • Un aperitivo
  • Me gusta tomar fruta, que sé que es una cosa insólita. Pero bueno, ya sabe que yo soy del yoga.
  • De cuchara
  • Arroz blanco, nada más.
  • De tenedor
  • Arroz caldoso
  • Un postre
  • Un poco de chocolate, no en tarta, con nueces
  • Un lugar para comer
  • En casa. Imagínese cómo estoy ya de restaurantes y hoteles.